Retomar las riendas de mi vida: la historia de Zack


 2022-04-11

Zack compartió con nosotros una fotografía para publicar en nuestro Instagram en donde nos dejó ver un fragmento de su vida diaria con diabetes. Aquí te dejamos su historia, la cual pone de relieve muchos aspectos de gran importancia: la cultura y las tradiciones familiares de nuestro lugar de origen y su relación con los hábitos de cuidado de la salud; la singular etapa de la adolescencia y sus desafíos; la importancia de empoderar cuando “toca” vivir con una enfermedad crónica como la diabetes, ir al gym, comer saludable, cuidar nuestro espacio y nuestra salud mental.

INFANCIA

Todo empieza con una cultura en la cual mi padre jamás nos inculcó ir al doctor. Creo que desde ahí partimos, desde muy pequeño, si mal no recuerdo, mis padres me decían que si yo oraba lo suficiente me sanaría. Ahora que lo estoy escribiendo, muchas cosas me empiezan a dar sentido, es raro, mi infancia es algo que creo que mi subconsciente ha querido bloquear, son pocas las memorias que tengo de mi infancia y solo porque hay como cinco o seis fotos de las cuales me acuerdo. Mi madre me dijo que nací pesando 8 kilos, hasta la fecha cuando cuento eso todo mundo se queda impactado porque 8 kilos es demasiado, pero nótese que desde bebé ya estaba con sobrepeso. No sé si eso fue exageración de mi madre, pero eso se me quedó grabado en la mente. 

No crecimos con la cultura de ir al doctor y creo que no era tanto el aspecto religioso, más bien creo que mi padre no tenía dinero y por ende trataba de no hacernos sentir mal porque nos faltaba algo. Siempre nos inculcó de una manera o otra que el dolor era mental y que era una prueba que Dios nos mandaba para ver que tan fuerte éramos. La historia de Job se me viene a la mente, cuando Job, a pesar de todo lo que le estaba pasando jamás renegó de Dios.

ADOLESCENCIA

En mi adolescencia seguí con sobrepeso porque creo que era mi manera de protegerme y ocultar mi homosexualidad. Vivir en un hogar super religioso donde siempre se tenía altas expectativas de mí me generaba tanta ansiedad que mi manera de lidiar con eso era comer. Cabe mencionar que ambos, mi madre y mi padre cocinan de lujo. Mi comida favorita y que fue lo primero que aprendí a cocinar fueron las papas con huevo, queso y tortillas de harina (que mi madre siempre hacía y yo me podía comer como 100 si ella me lo dejaba). Creo que jamás sufrí de bullying en la escuela, más bien creo que yo era el bully. Desde una edad de razonamiento empecé a juzgar a todos ya que yo sentía que, por ser hijo de pastor tenía un privilegio para juzgar a los demás. Aquí se fortaleció mi creencia de que yo no necesitaba ayuda de nadie y que todo lo que yo hacía era correcto. En mi afán de no querer enfrentar mi realidad, me comía mis emociones.

A los 17 tomé la decisión de venirme a vivir a México ya que en su momento yo no podía seguir estudiando en la universidad en Estados Unidos ya que no tenía seguro social. Llegar a Monterrey, ciudad en la que nací, fue un sueño ya que pude por fin ser libre de la burbuja en la que vivía con mis padres. Tengo que admitir que en su momento yo no medí las consecuencias de mis actos. Empecé a tomar y a drogarme y, vuelvo a recalcar que jamás me cuidaba o me hacía estudios médicos, lo hice  hasta que mi cuerpo empezó a darme señales de que ya no era justo lo que le estaba haciendo. 

A los 19 tuve mi primer percance con un doctor ya que me dio taquicardia y llevaba varios días sin dormir y consumiendo alcohol. Era algo muy común ir al día siguiente al IMSS por suero porque era como el alivio rápido a algo que yo no quería reconocer. Ese mismo año me hicieron pruebas de la vista porque tenía migrañas, el oftalmólogo que me atendió me dijo que me quedaría ciego y que me tenían que incapacitar de por vida, que a mis 19 años yo ya no podría ejercer ninguna carrera o oficio ya que tendría una incapacidad de por vida. Fue muy fuerte, sobre todo a esa edad en donde yo apenas estaba aprendiendo a vivir, ¡me dio un bajón horrible y de nuevo confirme la frase que mi padre decía: “los doctores solo te van a sacar más enfermedades, porque de eso viven”. 

CONVIVIR CON VARIAS CONDICIONES DE SALUD

A los 21 me hicieron mi primer trasplante de córnea y me diagnosticaron hipertensión, cuando me hicieron la operación estuve solo en Monterrey porque mi familia vive en Estados Unidos. Sentía que se me acababa el mundo y solo trataba de sobrevivir cada golpe que me daba la vida. Ahora que lo pienso, vivía en un estado de “víctima” constante porque a pesar de tener un ego tan grande, jamás me permitía pedir apoyo pues me hacía sentir débil.

La vida siguió dándome golpes y en ningún momento cuidé mi salud mental, desde estar en el seminario, trabajar en la política, estar en una secta… También emprendí con un restaurante y  con una escuela de inglés que actualmente estoy volviendo a retomar. Todo lo que he vivido creo que sería imposible redactarlo en un artículo, pero ya será en otra ocasión.

DIABETES Y OBESIDAD

Ya en el presente, el año pasado me diagnosticaron diabetes tipo 2 y me dijo el doctor que ya tendría que vivir con insulina de por vida. ¡Que tenía que bajar 50 kilos ya que estaba en obesidad mórbida y que si no me quería morir a los 40 tenía que cambiar mi manera de vivir! Eso, entre otras cosas que por el momento no puedo compartir sin que se me haga un nudo en la garganta me llevaron a tener una crisis nerviosa y aunque odio tener que inyectarme, no me resigno a ese diagnóstico. 

A mis 35 años actualmente estoy viviendo en Puerto Vallarta, tengo otra perspectiva de la vida, aquí sí me he encontrado con doctores que son super atentos y que se les nota que aman lo que hacen. Creo que también tiene mucho que ver que yo cambié mi manera de ver las cosas porque ahora me encuentro con personas positivas. Antes vivía con una nube sobre mi cabeza, ahora disfruto mucho mi proceso de cuidarme, claro hay cosas que aún me cuestan, pero elijo hacerlas, como ir al gym, comer saludable, cuidar mi espacio y mi salud mental. Es un camino en el cual me permito pedir apoyo a personas que saben lo que hacen y ya no sigo con esa creencia mexicana de automedicarme. 

Empecé a poner mi salud primero y darme el amor que en mi mente víctima pensé que no tenía, digo “pensé”, porque en realidad hoy en día agradezco tanto a mis padres y todo lo que hicieron por mí, porque como dice la Biblia: “instruye al niño en su camino que cuando sea viejo no se aparte de él.”  Es todo cuestión de equilibrio y ver el lado positivo de las cosas, gracias a Dios hoy en día puedo decir que con ejercicio y cuidando de mi alimentación estoy poco a poco controlando mi diabetes y sé que es algo que no me define ni mucho menos me limita.

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ESCRITO POR Zack de la Cerda Campos, PUBLICADO 04/11/22, UPDATED 11/29/22

Zack vive con diabetes tipo 2 desde 2021. Comparte en sus redes sobre sus avances en la pérdida de peso, manejo de su condición y el impacto emocional de la vida con diabetes.